«Sólo recoge el que siembra», dice el refrán. Pues ha llegado entonces el momento de sembrar con nuestra familia para recoger beneficiosos frutos en el futuro. Vamos a reír mucho más si tenemos y trabajamos un huerto. No necesariamente tiene que ser una gran superficie, basta con un pequeño terreno o simplemente unas cuantas macetas en casa.
Numerosos estudios reflejan los diversos beneficios que supone trabajar un huerto. En primer lugar físicos, porque se realizan variados ejercicios. Pero también hay importantes beneficios psicológicos: se reduce el estrés y se aumenta la autoestima. Además, si lo hacemos con nuestros hijos fomentamos el espíritu colaborativo y les aportamos una valiosa lección sobre el terreno.
«La naturaleza no hace nada en vano». Aristóteles.
Para los más pequeños la actividad de cultivar un huerto es especialmente enriquecedora. Para empezar porque aprenden de la mejor manera, es decir practicando. Así aumenta la retención de conocimientos al basar el aprendizaje en una experiencia vivida. Por supuesto mejora la psicomotricidad fina, se ensaya la paciencia (necesaria para ir viendo como crece lo plantado), se trabaja la autoestima, se valora más el esfuerzo, se estrechan los vínculos familiares, se aprende a comer de manera sana y natural… no hace falta decir más. Nos hemos dado cuenta ya de que no hay que perder tiempo. Manos a la obra, mejor dicho a la tierra.
Para nuestro huerto podremos utilizar semillas o ya pequeñas plantas, dependerá de en qué temporada estemos. Lógicamente las semillas tardan más, pero para los niños es quizás una experiencia más completa porque ven el proceso desde el comienzo. Antes de sembrar, sin embargo, hay que preparar la tierra y en ese trabajo también les toca disfrutar a los más pequeños. El riego es otro momento que los niños convierten en un juego. De vez en cuando mirarán cuál es la evolución de su plantación y se asombrarán con los avances.
Cuando llega la recolección disfrutan de lo lindo. A mis hijas, sobre todo les encanta coger los tomates cherrys, les hace gracia su reducido tamaño. Pero todo lo convierten en un juego, como por ejemplo la búsqueda de fresas. En este punto de la recolección es cuando se dan cuenta de que todo el esfuerzo anterior ha tenido premio y aprenden a valorar el tiempo y el trabajo previo. Que luego además coman lo recolectado y lo saboreen con gusto es un premio extra!!. Pero no nos olvidamos tampoco del olfato, porque en nuestro huerto hay sitio también para las plantas aromáticas. Muchas de ellas, como el tomillo, el romero, el eneldo o el laurel destinadas a la cocina; otras como la lavanda con fines ornamentales.
Buena cosecha!!
Buena idea para hacer con los peques. Y encima luego sacamos algo para comer.
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Claro que si!! Es un plan redondo y encima les encanta y aprenden un motón!!
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La experiencia tiene que ser muy positiva la verdad ,pero no tenemos mucha mano con las plantitas.
Alguna vez plantamos cositas pero no salen la mayoría de las veces y desanima un poco.
Me sorprende que tegais fresas por ser delicadas, se nota que ya tenéis experiencia.
Nos animaremos y algún consejo no estará de más gracias por la información.
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Seguro que no es para tanto, probar aunque sea sólo con una maceta, por lo menos para vivir la experiencia. Si tienes niños pequeños lo disfrutarán. Un beso
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Estupenda actividad para hacer con lo niños. Yo soy psicóloga y puedo decir que los beneficios que se obtienen son muchos, tal y como dices en el artículo. Os sigo a partir de ahora. Un saludo!
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Gracias!! La verdad es que los niños son como esponjas y disfrutan de con cualquier plan o taller que les propongas…
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